El biocontrol, una industria en alza

ABIM, el congreso más importante del mundo dedicado al control biológico de plagas ha reunido en Basilea a más de 1.500 asistentes en su 17ª edición.

Nuestra Senior Director, Global Regulatory Affairs Alessandra Moccia ha participado junto al equipo de registro de Suterra en ABIM 2022. Ella fue la encargada de abrir el congreso moderando la mesa redonda ‘Innovación para la gestión integrada de plagas y biocontrol’. Hemos hablado con ella para que nos cuente sus impresiones tras su paso por este congreso de referencia para la agricultura sostenible.

¿Cuál es la importancia de ABIM para la agricultura?

ABIM es el congreso más importante del mundo en materia de biocontrol. Además de ser el pionero en este sector, está organizado por los propios fabricantes a través de la Asociación internacional de la industria del biocontrol (IBMA) y el Instituto de investigación de agricultura orgánica FiBl suizo. ¿quién mejor que nosotros para hablar de lo que llevamos años produciendo?

ABIM es el mejor lugar para descubrir y presentar nuevos productos, discutir oportunidades de mercado, presentar nuevas investigaciones, conocer la situación de registro y relacionarse con otros profesionales. El congreso aborda las cuatro vertientes del control biológico: semioquímicos, microorganismos, sustancias naturales y enemigos naturales. En Suterra, que somos fabricantes de feromonas, en estos momentos somos los representantes del grupo de semioquímicos dentro de IBMA.

¿Cuáles crees que son las razones del crecimiento del biocontrol?

El biocontrol se ha convertido en clave para la transición de la agricultura. Estas alternativas o complementos a los insecticidas químicos están basados en elementos ya presentes en la naturaleza por lo que protegen y mejoran la biodiversidad, la calidad del suelo, la salud de los cultivos y todo esto contribuye a una producción sostenible de alimentos.

La estrategia de la UE ‘From farm to fork’ (De la granja a la mesa), que se aprobó dentro del Pacto Verde de la UE hace un par de años, tiene como objetivo caminar hacia una agricultura más sostenible y obviamente el biocontrol es una herramienta necesaria para poder llegar a ese objetivo. De hecho, la Comisión Europea también ha participado en ABIM para explicar el nuevo Reglamento de Uso Sostenible y los cambios relevantes en los requisitos de registro de biocontrol. Estas nuevas estrategias tienen como objetivo reducir la dependencia de los insecticidas químicos, un objetivo que solo será alcanzable si, al mismo tiempo, se aprueban medidas adecuadas para facilitar la autorización y adopción de soluciones de control biológico.

En cada edición hay más interés en asistir al congreso porque también más industrias que eran completamente convencionales están viendo que han de evolucionar e incluir el biocontrol. El crecimiento del congreso es evidente, estuve por primera vez en 2012 y no llegábamos a 500 asistentes, estos días nos hemos reunido más de 1.500 personas. Que se haya triplicado la asistencia dice mucho del interés que está suscitando esta industria que, a su vez, está impulsando el crecimiento de la agricultura sostenible.

Foto ABIM

¿Se dilata en exceso el registro de nuevos productos de biocontrol en Europa?

Más de lo que nos gustaría. En nuestro caso cada nueva feromona que sacamos al mercado conlleva un proceso largo de investigación y ensayos en campo, si a eso le añadimos el tiempo que la administración tarda en aprobar el registro, la solución para que el agricultor pueda combatir una plaga mediante el uso de feromonas puede alargarse varios años. Una de las causas por las que se dilata en el tiempo el registro de un nuevo producto de biocontrol en Europa es que, al contrario que en EE.UU, aquí no hay un organismo dedicado únicamente al biocontrol. Todos los productos fitosanitarios se regulan por el mismo cauce y eso provoca verdaderas colas de espera. Se ha dado el caso de algún producto que se registró en EE.UU hace 7 años y que hasta hace muy poco no ha sido autorizado en Europa.

A esto hay que sumarle que los evaluadores no están especializados, están acostumbrados a examinar sustancias químicas convencionales y se encuentran con un producto que tiene un modo de acción completamente diferente y surgen dudas, por lo que se dilata el periodo porque comienza una etapa de preguntas y respuestas.

En Europa los tiempos de registro están en alrededor de 35 meses, pero en ocasiones superan los 60 meses, y 4 o 5 años para un agricultor que tiene presión de una plaga en sus cultivos es demasiado tiempo.

Por eso es tan importante que las empresas que nos dedicamos al biocontrol nos reunamos en foros como ABIM, compartamos conversaciones, experiencias y podamos ejercer cierta presión para que se agilicen los procesos de registro. El objetivo es que se pueda reducir el uso de pesticidas y podamos caminar juntos hacia una agricultura que sea cada vez más sostenible.