Mosca del olivo qué es y cómo afecta al cultivo
Suterra
26-may-2025 5:46:01

La Bactrocera oleae, comúnmente conocida como mosca del olivo, es la principal plaga del cultivo del olivo en el entorno mediterráneo. Su capacidad para adaptarse al clima, sus ciclos biológicos complejos y su impacto directo en la calidad y rendimiento de la aceituna la convierten en un desafío constante para los olivareros. Foto: Female olive fly, por Polychronis Rempoulakis, licenciado bajo CC BY-SA 4.0.
Tradicionalmente, la mosca del olivo pasaba el invierno en forma de pupa en el suelo, emergiendo en primavera con los primeros aumentos de temperatura. Sin embargo, las anomalías climáticas están alterando estos patrones: se ha observado actividad incluso en pleno invierno, especialmente en zonas donde las noches no son suficientemente frías para detener su desarrollo.
Foto: Bactrocera_oleae_g3.jpg, por Giancarlo Dessì, licenciado bajo CC BY-SA 3.0
A partir de primavera, comienzan a detectarse los primeros vuelos. En junio, ya pueden observarse picadas tempranas, aunque muchas son estériles, en frutos recién cuajados. El verdadero peligro llega a partir de septiembre, cuando las poblaciones alcanzan su pico y coinciden con el engorde del fruto.
Foto: Oliva con picadura fresca de mosca del olivo, por Giancarlo Dessì, licenciado bajo CC BY-SA 3.0.
El ciclo de la plaga es muy rápido. Tras la puesta del huevo en la aceituna, la larva se alimenta de la pulpa, generando galerías internas que afectan directamente al rendimiento en aceite y a la calidad del fruto para mesa.Una vez la larva sale del fruto cae al suelo, hace la pupa y en unos días será una mosca preparada para seguir reproduciéndose a costa de las olivas.
Foto: Bactrocera_oleae_g1.jpg, por Giancarlo Dessì, licenciado bajo CC BY-SA 3.0.
En el caso de una aceituna picada, ésta ya no se podría comercializar como aceituna de mesa. Aunque en teoría cada mosca pone un huevo por fruto, se han observado aceitunas con múltiples picadas. Estos daños no solo afectan el valor comercial, sino que también pueden facilitar la entrada de microorganismos, acelerando la descomposición del fruto. Foto: Foros de salida de la mosca del olivo, por Giancarlo Dessì, licenciado bajo CC BY-SA 3.0.
La actividad de la Bactrocera oleae está fuertemente influida por la temperatura y la humedad. En zonas muy cálidas y secas, con temperaturas superiores a 35 °C, la población puede disminuir significativamente, por encima de esta temperatura desaparecen, buscan algún lugar sombrío y cesan su actividad. En cambio, en áreas montañosas o próximas al mar, con mayor humedad y sombra, la plaga persiste durante más tiempo. Estas regiones, denominadas zonas endémicas, exigen especial atención.
El olivo no da la misma cantidad de aceitunas todos los años: un año produce mucho y al siguiente, mucho menos. A eso se le llama vecería. Este aspecto sumado a las condiciones climáticas irregulares, añade un nivel de complejidad que dificulta la predicción y el control efectivo de la plaga.
En el contexto agrícola actual donde los tratamientos fitosanitarios son escasos y puntuales, especialmente en olivicultura ecológica o de alto valor añadido, tecnologías como BioMagnet ORO ofrecen una solución eficaz. Este sistema de control mediante atracción y muerte permite actuar desde fases tempranas del ciclo de la plaga, a partir de mayo, reduciendo notablemente las poblaciones iniciales y, con ello, el riesgo de daños severos en los momentos críticos.
BioMagnet ORO es particularmente útil en zonas endémicas y en producciones de alto valor donde la calidad es prioritaria, funcionando como la mejor herramienta disponible frente a la volatilidad de esta voraz plaga.
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